Según los propios residentes, en testimonios corroborados por organismos de derechos humanos, en un descampado entre la base militar y el aeropuerto, hay unos 2.000 cadáveres enterrados sin identificación. Los militares aseguran que todos ellos son “guerrilleros muertos en combate”. Pero en La Macarena creen que la fosa podría albergar a los cientos de desaparecidos que padece el municipio, ubicado en el corredor más caliente de la guerra contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El abogado Jairo Ramírez, secretario del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, acompañó a principios de diciembre pasado hasta La Macarena a una misión de eurodiputados ingleses interesados en la situación de las poblaciones que viven en zonas de guerra. La visita prometía ser rica en información, porque el poblado está en el área de operaciones de la Fuerza de Tarea Omega, que con 21 mil hombres persigue a Jorge Briceño, alias “Mono Jojoy”, jefe militar de las FARC. Los eurodiputados no salieron defraudados. “Los pobladores nos dijeron que muchos campesinos, sindicalistas y dirigentes sociales han desaparecido”, contó Ramírez. El alcalde de La Macarena, Eliecer Vargas Moreno, estima que en la fosa común podría haber entre 1.500 y 2.000 cadáveres y denunció que su población “se convirtió en el sitio de la disposición de los muertos de la guerra”.
El exceso de cadáveres por metro cuadrado está contaminando las aguas que abastecen a La Macarena, de acuerdo con denuncias recibidas por la Defensoría del Pueblo.
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