PARROCO ASESINADO

El pasado 8 de agosto el padre José Reinel Restrepo Idárraga dio unas declaraciones al programa Oriéntese, en el que manifestó su rechazo a la explotación de oro a cielo abierto en el municipio de Marmato, Caldas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Colombia: entre la minería y la biodiversidad

Colombia, el único país sudamericano con costas tanto en el Océano Atlántico como en el Pacífico, se debate entre las enormes riquezas ambientales y mineras presentes en su territorio.
La euforia que expresaron los ambientalistas por el reciente hallazgo, en los Andes colombianos, de dos colonias de Baudo Oropendualo, un ave declarada en amenaza de extinción, fue similar a la que, en diciembre del 2007, suscitó entre los inversionistas mineros el anuncio del yacimiento La Colosa, en el departamento del Tolima, catalogado como una de las diez minas de oro más grandes del planeta.
Este país de 44 millones de habitantes, el único de Sudamérica con costas sobre el Atlántico y el Pacífico, en cuyo territorio la cordillera andina se abre en tres ramales, se debate entre sus riquezas ambiental y minera.
Megadiversidad
Colombia es hábitat del diez por ciento de las especies vivas el planeta; tiene la mayor diversidad de anfibios, aves y mariposas nocturnas; es el segundo en especies de plantas, el tercero en reptiles y el quinto en mamíferos. Los datos son del Instituto Alexander Von Humbold.



En cuanto a minerales, el Fraser Institute, de Canadá, señala a Colombia como el segundo en América Latina, después de Brasil, en potencial extractivo, y la revista Forbes afirmó que es uno de los dos que ofrece más protección a la inversión extranjera en la región. Esto explica por qué entre el 2002 y el 2009, período en el que el Gobierno expidió una legislación exonerando de impuestos y ofreciendo otras prebendas, la inversión en el sector creció 664%.
No resulta extraño, pues, que el ministro de Minas y Energía, Carlos Rodado, afirmara hace poco, en la Cámara de Comercio de Bogotá que no le alcanzaba el tiempo “para atender todas las solicitudes de empresarios mineros que están llegando al país”.
De la minería a gran escala, la del carbón es la primera, con reservas de 17 mil millones de toneladas. Colombia es primer exportador regional y cuarto mundial, y mientras en el 2002 vendió 39,4 millones de toneladas en el 2009 el volumen ascendió a 72,3. Le sigue el níquel, cuyas ventas en el mismo período crecieron 18%. Otros filones de minería a menor escala son oro, platino, esmeraldas, caliza, sal, arcillas, arenas silíceas, cobre, yeso, y manganeso, entre otros.
Locomotora, no aplanadora 
Desde que, el pasado 7 de agosto, en su discurso de posesión, el presidente Juan Manuel Santos pronunciara la palabra ‘biodiversidad’, muchos ambientalistas exclamaron entusiastas ‘bravo, bravo’. Sin embargo, aún no hay señales claras de que se vaya a dar un equilibrio entre la explotación minera y las compensaciones ambientales, ni se sabe qué y dónde se va a explotar, dice José Yunis, de la No Gubernamental The Nature Conservancy (TNC).
Está bien que el nuevo Gobierno impulse la minería para que sea “una locomotora pero no una aplanadora”, comenta Yunis en referencia a las llamadas cinco locomotoras (agricultura, minería, educación, infraestructura vial, ciencia y tecnología) que impulsará el Gobierno de la ‘prosperidad democrática’, según el programa con el que Santos asumió el poder hace tres meses.
Debilidad institucional
Las voces de alarma no sólo provienen de la sociedad civil, sino del mismo Gobierno. Esta semana, durante el foro ‘El desafío de la locomotora minera en un país megadiverso’, convocado por la revista Semana con el auspicio de la embajada de Holanda, el viceministro de Medio Ambiente, Carlos Castaño, afirmó que el país “no está preparado para el reto. Hay debilidad institucional”. Al mismo tiempo, propuso la pregunta central sobre el modelo de desarrollo que se quiere.
Tampoco se sabe si se homologarán los sistemas estatales de información ambiental y minera, en tanto crecen las quejas de las autoridades regionales por sucesivas modificaciones de la legislación que las han dejado sin voz ni voto sobre el destino de sus territorios, mientras en Bogotá se expiden las licencias de exploración y explotación.
El caso del Cesar
Dado que, en 250 de los 1.102 municipios del país, se desarrollan actividades mineras, y que en 47% de los páramos, (reservorios de agua por encima de los 3.200 metros sobre el nivel del mar), hay licencia de explotación, son muchos los conflictos.
Sin embargo, el departamento del Cesar, en la región Caribe, donde se explota el yacimiento carbonífero El Cerrejón, la mina a cielo abierto más grande del mundo, es ejemplo de las secuelas de la minería y de la impotencia de las autoridades locales ante decisiones del poder central. La gran minería nos ha dejado en condición de “vulnerabilidad crítica” afirma el gobernador Cristian Moreno.
Ni él ni los alcaldes o las autoridades ambientales regionales pueden intervenir en aspectos como reasentamientos en el territorio, “pese a que se están explotan 40 millones de toneladas de carbón al año y se remueven más de 600 toneladas de material estéril que impactan ríos, corrientes, y cuencas que afectan la flora y la fauna”, afirmó el Gobernador. En la perspectiva de una revisión del marco legal minero y ambiental, anunciada por el Gobierno de Santos, el gobernador Moreno pidió “generar compensaciones suficientes para mitigar los impactos de la explotación minera, cuyos costos deben ser asumidos por quienes los generan y se benefician con altos niveles de rentabilidad”. Moreno opina que el Estado “no debe renunciar a su responsabilidad de fiscalizar la minería ni a su deber ético y político de generar mejores condiciones para el desarrollo y la calidad de vida de la gente”.
El Cesar está transformado, “la totalidad de los municipios del departamento está en proceso de desertización, unos al 100 y otros al 70 por ciento de riesgo, y estamos hablando del suelo, de la comida,” remarca Yunis, quien ha realizado investigaciones de campo.
Desarrollo y equidad
Ineke Steinhauer, Secretaria Técnica de la Comisión Holandesa de Evaluación Ambiental, fue una de las ponentes del foro sobre minería y biodiversidad. Para ella, la evaluación estratégica debe convertirse en herramienta para trazar las metas del desarrollo en un contexto ambiental y en perspectiva de lograr equidad social.
Radio Nederland: Concluido el foro sobre los retos de la llamada locomotora minera frente al tema ambiental, ¿qué impresión le queda de la situación colombiana?
Ineke Steinhauer: Me parece interesante, con muchos desafíos y retos. El mensaje más importante que me llevo es la urgencia de que las diferentes instancias estatales y los ministerios se coordinen, tanto a escala nacional como regional, porque los efectos van a sentirse en lo regional.
RN: Con su experiencia y observación en distintos países, ¿qué recomendaciones haría usted en este momento en que Colombia está frente a un ‘boom’ minero?
IS: Que se apliquen instrumentos de evaluación ambiental estratégica y del impacto ambiental, que ya existe en el país y cuyo objetivo es buscar la coherencia entre el desarrollo y la sostenibilidad ambiental. Eso sería una muy buena oportunidad de usar este instrumento. Garantizaría que muchos actores involucrados tengan un rol y que se formulara una agenda conjunta.
RN: El oro y muchos otros minerales se cotizan en la bolsa, pero no se tasan bienes como el agua.
IS: Exactamente. Por eso sería tan interesante aplicar lo que también discutimos en el foro: el concepto de servicios ecosistémicos. Ya hay iniciativas para la valoración de estos servicios, algo muy importante que se debe tomar en cuenta, pues, la minería tiene un valor, pero el agua también y es importante guardarla para las generaciones futuras.
RN: ¿El caso colombiano la remite a experiencias en otras partes? ¿Qué alertas haría usted para el actual momento del país?
IS: Hay que manejarlo muy cuidadosamente para que las ganancias del sector minero no vayan a unos pocos sin contribuir a aliviar la pobreza y mejorar la equidad.
Incertidumbre
Habida cuenta de que la licencia ambiental es el último requisito después de superada la etapa de exploración que, en algunos casos, se convierte en explotación directa, reina incertidumbre por lo que pueda desencadenar la llamada locomotora minera. Debería servir de alarma el descenso del cuarto puesto al 26, que, en los últimos 20 años, Colombia registró entre los países con mayor proporción de agua dulce por habitante.

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